Para el desarrollo del juego, los participantes cruzan una línea psicológica para situarse en la época medieval de los Samurái Japoneses. Desde este lugar son desafiados a involucrarse como campeones con sus compañeros y oponentes para poner a prueba sus recursos, decisión, honor, dignidad, integridad, toma de riegos, respeto, servicio desinteresado, compasión y compromiso personal.
Se forman dos ejércitos que se enfrentan cada uno en una serie de batallas individuales a un ritmo rápido e impredecible. Los resultados son altamente inciertos, cada partida es simbólica y, aunque no involucra contacto físico significativo, demanda un alto grado de apoyo y concentración.
Los participantes son llamados sucesivamente a poner su “espíritu guerrero” en juego y obtener un autocontrol donde prevalezca el actuar con valor y determinación al encarar la derrota.